martes, 26 de abril de 2016

Por el calentamiento global el polo norte se está desplazando hacia Europa



Imagen superior: en rojo se muestran los lugares de la Tierra que ha ganado masa entre 2005 y 2001, en azúl los que la han perdido.
Un estudio recientemente publicado en Science Advances, sugiere que el cambio climático está afectando al planeta en formas que no podríamos imaginar.
Los autores de éste trabajo, Surendra Adhikari y Erik R. Ivins (ambos del JPL de la NASA), creen que la redistribución de masas del deshielo de los polos aumenta los océanos y está haciendo que el polo norte haya comenzado a moverse hacia el este, en dirección a Europa.
¿Avanza el polo norte hacia nosotros a toda velocidad? No, la verdad es que según Surendra Adhikari, el ritmo actual al que migra el polo es de 10 centímetros por año. O al menos eso ha sucedido desde el año 2000 hasta el presente, y de nuevo somos nosotros los culpables que ésto ocurra.
En declaraciones de Adhikari a National Geographic: “lo que hemos demostrado es que el hielo derretido y un patrón de almacenaje de agua contienental, se están combinando para provocar un movimiento drástico en la dirección del polo”. Se sabe que el eje de rotación de cualquier cuerpo en el espacio puede cambiar si se ve influenciado gravitacionalmente por algo, o si varía su distribución de masas.
Hace 3.500 millones de años, nuestro planeta Marte sufrió un caso severo de variación del eje rotacional, que alcanzó unos increíbles 20 grados, cuando un enorme volcán entró en erupción.
Ahora es la Tierra la que experimenta su propia alteración axial, aunque por fortuna no hablamos algo tan descomunal y repentino como lo sucedido en el planeta rojo.
Los científicos saben ahora que la Tierra se está calentando a un ritmo jamás visto desde la época de los dinosaurios, lo cuál está provocando una enorme redistribución de masas a medida que los casquetes polares se derriten. Para los dos coautores de éste estudio, debería existir una relación entre el movimiento observado en los polos y el calentamiento global, por lo que crearon simulaciones por computadora para comprobar si su suposición era correcta. ¡Y así es!!... los hielos de Groenlandia por si solos, han perdido una masa de 3.900 millones de toneladas desde 2003, que han ido a parar a los océanos, lo que supone un movimiento enorme de masas superficiales.
Cada año, el costado occidental de la Antártida pierde 136.000 millones de toneladas de hielo, mientras que el lado oriental gana 82.000 millones de toneladas. A éste ritmo para el año 2500 acabarán por derretirse todos los hielos del Antártico, y los niveles del mar ascenderían 15 metros.
En cuánto al cambio en el eje de rotación terrestre, el polo norte apenas se ha movido 1,6 metros desde el año 2000, y continuará haciéndolo. Deberíamos recordar que el cambio climático está afectando a casi cualquier cosa, y que debemos actuar sin demora.


 El Institut Catalá de Ciéncies del Clima (IC3) ha estudiado el aumento de temperaturas medias en el Ártico y sus datos ofrecen cifras preocupantes: El carbono liberado por el deshielo ártico es diez veces mayor de lo que pensábamos hasta ahora y puede llegar a 44 millones de toneladas por año.
El estudio publicado en la revista Nature demuestra que la subida de temperaturas en el Ártico está causando una gran pérdida del permafrost, es decir del suelo congelado, y durante más y más tiempo en verano ha llegando a mayores profundidades.
El permafrost descongelado deja libres depósitos de carbono que antes estaban protegidos por el hielo. El permafrost ártico, con el deshielo trae consigo la emisión de carbono, metano y otros gases con potentes efectos invernadero, que se encuentran atrapados en las banquisas heladas de los polos. En aviación se utiliza frecuentemente el término "punto de no retorno", y éste límite es usado por los pilotos para indicar límite en el que, una vez iniciado el vuelo y debido al consumo de combustible, ya no es posible volver atrás al punto de partida.
Cuándo un avión supera éste momento, ya solo le queda seguir adelante. Éste concepto no sólo se utiliza en navegación aérea, sino en muchos campos y procesos geológicos que también delimitan marcas a partir de las cuáles no es posible regresar al punto inicial.
En los estudios sobre el calentamiento global se conoce como "punto de no retorno" el momento en que el cambio climático deja de depender de las decisiones humanas y se convierte en irreversible.
Peter Wadhams, Director del Polar Ocean Physics Group de la Universidad de Cambridge, uno de los mayores expertos en deshielo, ha ido más allá y ha previsto una fecha para un Ártico sin hielo. Sus estudios ofrecen precisas simulaciones incluyendo los aspectos más significativos del cambio climático, como el notable aumento de las temperaturas registradas en las últimas décadas o el incremento de las emisiones de gases invernadero. Éstas simulaciones le han llevado a afirmar que en sólo 4 años, podremos asistir a un deshielo total del Ártico en el verano de 2016.
La pérdida de hielo en la región antártica también es tan grande que produce pequeños cambios en el campo gravitacional de la tierra que puedieron ser detectados por otra misión de satélite, el Gravity Recovery and Climate Experiment (GRACE).los datos del satélite gracia de la NASA muestran que las capas de hielo de la tierra en la Antártida y Groenlandia están perdiendo masa.
El continente antártico ha perdido aproximadamente 134 miles de millones de toneladas de hielo por año desde 2002, mientras que el hielo de Groenlandia está perdiendo un estimado 287.000 millones de toneladas por año.
Muchos de los glaciares en la región alimentan las plataformas de hielo flotando en la superficie del océano, actúan como un contrafuerte por el hielo de base en la roca interior, y frena el flujo de los glaciares en el océano.
Los vientos del oeste que rodean la Antártida se convirtieron más vigorosos en las últimas décadas, en respuesta al calentamiento y al ozono en la destrucción del clima. Los vientos más fuertes empujar las aguas cálidas del océano meridional hacia los polos.
Varios glaciares a lo largo de una vasta extensión costera de 750 millas de longitud de repente, comenzaron a descongelarse en el mar a una velocidad casi constante 60 km cúbicos, o sobre 55 miles de millones de galones de agua, cada año.