Unos 22 científicos dirigidos por Peter Clark de la Uiversidad Estatal de Oregón (EE.UU) investigan el clima en un nuevo estudio que en 10.000 años la Tierra cambiará drásticamente: tendrá que pagar un elevado costo en muchas ciudades costeras que quedarían sumergidas bajo el agua como resultado del cambio climático, si los humanos antes no empiezan a realizar cambios drásticos.
Si no se consigue desarrollar tecnologías capaces de eliminar el dióxido de carbono del aire, el pronóstico de los científicos no es para nada alentador: una parte considerable de las emisiones de carbono emitidas hasta ahora y en los próximos 100 años permanecerá en la atmósfera entre decenas y cientos de miles de años. En ése contexto, Raymond Pierrehumbert, coautor de la investigación, señaló: "Si queremos tener alguna tecnología de sustitución para evitarlo, deberíamos invertir mucho más en la eliminación del dióxido de carbono".
Una investigación concluye que en 10.000 años los humanos habrán emitido cantidades de emisiones de carbono suficientes como para hacer que el clima del planeta se recaliente 7 grados y los niveles del mar aumenten unos 52 metros de alto. Ésto supondría consecuencias irrevocables para el clima global, puesto que el cambio de la composición química de la atmósfera a largo plazo puede ser trágico.
Los expertos de la NASA cada vez contemplan la posibilidad de inundaciones con más frecuencia ya que se dan cuenta de que la civilización moderna es vulnerable a éstas amenazas. Obviamente, por eso los expertos de la NASA crearon la Oficina de Coordinación de Defensa Planetaria, que se conoce como "la oficina del día del Juicio". Aunque el objetivo principal de la oficina es vigilar objetos cercanos a la Tierra, "es muy probable que no solo se dedique a la amenaza de los meteoritos".
Los expertos estadounidenses señalan que el aumento del nivel del mar es un peligro para los países más desarrollados y prósperos, donde la gente prefiere vivir en la costa sin darse cuenta del peligro existente. Los desbordamientos de ríos e incluso el aumento de los niveles de agua en lagos y pantanos (como el aumento ocurrido en el Mar Negro), también causan un aumento de la erosión y la extensión de las aguas subterráneas que reducen la resistencia del suelo y como resultado, muchas construcciones se desmoronarán.
Además, los desastres podrían acelerarse en el caso de eventos extraordinarios, como la caída de un asteroide o un cometa en los hielos de la Antártida, o aún peor para los europeos en Groenlandia cuya creciente fusión de hielo contribuye al aumento global del nivel del mar.
Las investigaciones concluyen que las nubes crean dos efectos opuestos sobre la superficie de ésta isla helada, la segunda en el mundo por su masa de hielo, solo por detrás de la Antártida. Por una parte, las nubes protegen la capa de hielo de la energía solar manteniéndola fría, pero al mismo tiempo conservan el calor formando durante la noche, una especie de manta sobre su superficie manteniéndola más templada, sugiere Sinc Kristof Van Tricht, autor principal del estudio.
La concentración de emisiones de humo y otros elementos contaminantes en la atmósfera, sumada al duro invierno, ha generado un enorme agujero en la capa de ozono terrestre sobre el Ártico.
Los climatólogos temen que para la primavera la radiación solar agrave el estado de la capa en la región, y éste problema se sumará en primavera donde el brillo de la luz solar ganará más intensidad, y en consecuencia la expansión del agujero en la capa de ozono sobre el Ártico alcanzará un tamaño récord.
Desde que entró en vigor en 1989 el protocolo de Montreal para la protección de la capa de ozono, se han ido reduciendo emisiones de humo compuesto de bromo y cloro, pero la presencia de éstos compuestos químicos desaparecen lentamente en la atmósfera, y no tan rápido como para que su efecto deje de actuar, por lo que cada invierno el agujero sobre la Antártida se va expandiendo cada vez más. Éste fenómeno no amenazaba antes a la región ártica, pero éste invierno 2015-2016 ha sido tan frío que ha propiciado la concentración de ácidos nítricos, principalmente de origen natural, y la formación de nubes de vivos y brillantes colores en latitudes septentrionales; nubes que pueden catalizar reacciones químicas compuestas por cloro.
Éste efecto invernadero destruye los hielos de Groenlandia con la presencia de nubes, la superficie se mantiene más caliente, por lo que un poco de agua derretida se vuelve a congelar y el resto fluye hasta el océano", apunta Van Tricht.
Entre los primeros países afectados por las inundaciones se encontrarían los Países Bajos, Dinamarca, Italia, los países Bálticos, Rusia, China y EE.UU.
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